viernes, 10 de febrero de 2012

El bostezo se contagia y los sustos provocan canas. ¿Verdad o mentira?


Todos hemos escuchado alguna vez que la resaca se pasa con más alcohol, que el pelo y las uñas siguen creciendo después de muerto, que los bostezos son contagiosos o que los hombres piensan en sexo cada siete segundos. ¿Verdad o mentira?

Nuestra sociedad está plagada de mitos, leyendas urbanas y creencias transmitidas de generación en generación que solemos tragarnos. ¿Por qué? “La gente se inventa este tipo de mitos porque les gusta que haya un poco de magia, de misterio… Y para reforzarlos recurren a la frase, que se usa mucho, está científicamente demostrado’, y lo cierto es que no lo está. Antes se decía que era palabra de Dios y ahora la culpable es la ciencia”, opina Daniel Closa, biólogo del CSIC y director del grupo de investigación del Instituto de investigaciones biomédicas de Barcelona.

El investigador está convencido de que su labor también pasa por educar. “Tenemos la obligación de ir desmintiendo los mitos pero me temo que es una batalla perdida. Tiene más fuerza el boca a boca que la evidencia real”, se lamenta. En su libro 100 mitos de la ciencia (Lectio ediciones) derriba afirmaciones falsas con apariencia de realidades científicas. Explica científicamente los diferentes fenómenos que se han justificado con mitos, clasificados en 5 categorías:

1- Los que son absolutamente mentira porque no tienen fundamento

Usamos solo el 10% del cerebro. “Es completamente falso, utilizamos el 100%. Cuando empezó este mito, hace más de un siglo, no tenían manera de demostrarlo. Si así fuera hace tiempo que la especie humana se hubiera extinguido. Menuda broma parir a un bebé con una cabeza tan grande si sólo utilizáramos el 10% del cerebro”, bromea Closa.

Si todos los chinos saltaran a la vez, alterarían el eje de rotación de la tierra. “Es una exageración. Todos los chinos juntos pesan la diezbillonésima parte del peso de la Tierra. Si saltasen a la vez equivaldría al salto de una mosca sobre un transatlántico”, compara.

Las gotas de lluvia tienen forma de lágrima. “Sólo cuando están colgando pero en cuanto se descuelgan toman una forma redonda”, asegura.

2- Los exagerados a partir de una realidad

Los sustos provocan canas. “El estrés puede provocar la caída del pelo y los cabellos pigmentados son más débiles que los canosos, por tanto, se caen antes. Al final, quedan los canosos y parece que tenemos más canas”, especifica.

3- Los creados a partir de una mala interpretación

El agua en un desagüe gira en sentido distinto según estemos en el hemisferio norte o sur. “Sólo se aplica para movimientos de unos kilómetros de distancia, pero no con el desagüe de una pila. Dependerá de la forma, de cómo caiga el agua, de la estrechez de la cañería y otros factores… En el Ecuador gira my deprisa y en el Polo muy despacio, eso sí”, matiza.

4- Los basados en teorías conspiratorias

El hombre nunca llegó a la Luna. “Un análisis estricto no resiste las teorías conspiratorias como que la bandera estuviera ondeando o que hubiera sombras misteriosas. Parece que es más creíble una conspiración mundial mantenida a lo largo de los años que la demostración de que si el suelo no es completamente llano, las sombras siempre tienen diferentes tamaños o que la bandera simplemente estaba arrugada”, lamenta.

5- Los que parecen verdad porque ya lo dicen nuestros padres o abuelos

Los catarros los causa el frío. “Un resfriado es una enfermedad infecciosa causada por un virus. Puesto que hay más virus flotando durante el invierno, parece normal que sea cuando contraigamos resfriados con más frecuencia”. Pero ya se sabe que lo que diga una madre va a misa y posiblemente este tipo de mitos constituyan los más difíciles de derribar.

Si aguantas la respiración, las ortigas no te pican. “Pruébalo y me dices”, bromea.

¿Creemos más en lo que nos dicen que en lo que nos demuestran los científicos? “En España nos falta educación científica, hacer la ciencia asequible… Aquí no entendemos qué hacemos los científicos. Tenemos la asignatura pendiente de divulgar”, sentencia. Pero no se trata de derrumbar todos los mitos, resultaría casi misión imposible comprobar cada uno de ellos. “Hay que ser escéptico pero no paranoico, los mitos no son peligrosos..., aunque no es necesario beber dos litros de agua al día, la mayor parte de esa cantidad la ingerimos con los alimentos”, sentencia el investigador.

Artículo en El Confidencial que hace referencia a la publicación del libro 100 mitos de la ciencia, de Daniel Closa.


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