domingo, 18 de enero de 2009

La pedagogía de la víctima

Las víctimas del terrorismo siempre tienen una lección que enseñar. Ninguna lo es por voluntad propia. Muchas adquieren esa condición al azar, por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Todas han sufrido el mismo zarpazo, luego tienen algo en común. Se abre para ellas una vida nueva. Ya nada será como antes.
Esa dolorosa incertidumbre es la que pone al descubierto el periodista Goyo Martínez (Barcelona, 1967) en su libro Pido la palabra. Víctimas del terrorismo: una crónica íntima (Ediciones Lectio), una biografía novelada de una víctima catalana, quizá la más conocida, Roberto Manrique, cuya experiencia como fundador de la Associació Catalana de Víctimes d'Organitzacions Terroristes (ACVOT) sirve para conocer otras muchas vidas truncadas por la sinrazón.

Los tres Robertos
El relato empieza el día que "murió el Roberto carnicero y nació el Roberto víctima del terrorismo". Fue el 19 de junio de 1987, cuando ETA asesinó a 21 personas y dejó "heridas para siempre" a otras 45 en el supermercado Hipercor de Barcelona, entre ellas Manrique.
Sin alharacas ni victimismos y, lo que es más difícil en los tiempos que corren, sin sentencias políticas, Martínez describe --como si lo hubiera vivido a su lado-- el proceso de transformación de Manrique, quien solo sabía de ETA por los medios de comunicación y que acabó organizando "una gran empresa".
"Se sumó a un grupo de profesionales liberales cuya máxima inquietud era procurar el bien ajeno aun a costa del propio. No quedan muchas personas así", asegura Martínez. De ahí el gran mérito de Manrique, capaz de cruzar España para visitar a otra víctima que le ha requerido su tiempo; sondear a ciudadanos anónimos para comprobar si saben cómo es la vida de una víctima; o reprender a un profesor que ha expulsado al hijo de una víctima por defender la pena de muerte para los terroristas.
"Es inevitable que, alguna vez, aflore un sentimiento de venganza, pero no es más que un estado de ánimo que el tiempo y la madurez se encargan de aplacar". Esa reflexión de Manrique no solo hizo que el mencionado profesor corrigiese su actitud, sino que resume a la perfección lo que exigen las víctimas: justicia; no venganza.

Artículo de José Rico en El Periódico del lunes 19 de enero sobre el libro Pido la palabra, de Goyo Martínez.

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