lunes, 20 de diciembre de 2010

100 setas fácilmente identificables

“Hay setas comestibles y muy apreciadas, otras tóxicas o alucinógenas y algunas incluso pueden provocar la muerte. En este libro proponemos introducirse en el mundo de las setas desde la base, a partir de cien especies bien escogidas entre miles. Son las setas que tendría que reconocer cualquier principiante”

Así reza el prologo de este libro que hoy os presentamos; “100 setas fácilmente identificables”, de Ediciones Lectio. Escrito por Jaume Sañé y magníficamente ilustrado por Josep Ribot i Calpe.

Antes de entrar en materia, Sañe nos deja claro qué es una seta, como conocerlas y que hay que hacer en caso de intoxicación. Se aventura a desmitificar “falsas creencias populares” y las que deberían ser las habilidades de un buen recolector. Es de agradecer esta introducción, pues nos ayuda a situarnos en el contexto micológico y entrar en materia.

La fácil lectura de los textos y las magníficas ilustraciones de Ribot en cada una de las 100 setas, merece la pena que las leamos con atención. En cada una ellas se especifica; si es comestible, si no lo es, si es venenosa, si carece de valor culinario, si es una seta poco apreciada, o si estamos delante de un comestible excelente.

Así pues, iniciaremos nuestro viaje por los champiñones, pasando por las amanitas, deteniéndonos en la mortal Oronja verde y la Cicuta Blanca. Seguiremos de la mano de los boletus, llegando a identificar los apreciados Hongos negros y Hongos calabaza. Así por diferentes géneros de setas como los higróforos (setas viscosas al tacto) o los coprinos entintados (setas que nacen en estiércol) y como no, nuestra apreciada trufa negra. Todo un abanico bien surtido que no nos dejara indiferentes.

Desde las especies más conocidas; el Niscalo, el Robellón, la Trompeta de los muertos, las setas de Sant jorge, hasta las más curiosas, se dan cita en este magnífico libro de Sañe.

Para los que recién os inicias en la búsqueda e identificación de las setas os resultara un libro ameno y lleno de curiosidades (el Bejín Gigante, puede llegar a alcanzar medio metro de diámetro y la Cresta de gallo es una de las pocas setas adecuadas para comerse cruda.).

Artículo en El blog de la Trufa negra, de Mundotrufa.

viernes, 26 de noviembre de 2010

El libro "Escuchando a Cruyff" aparece en los diarios "El Periódico", "El Mundo deportivo" y "Sport"

El libro Escuchando a Cruyff. Su vida y su fútbol en 150 frases, de Edwin Winkels, que se presentó en el Col·legi de Periodistes de Catalunya el martes 16 de noviembre, apareció en los diarios El Periódico, El Mundo Deportivo y Sport del miércoles 17 de noviembre.

Marcos López, en el Periódico, habla sobre la notoriedad de Cruyff en el mundo del deporte y recuerda algunas de las frases que aparecen en el libro:
"A Johan Cruyff se le escucha y luego se le interpreta. Hasta sus silencios ha llegado a descodificar Edwin Winkels[...]"
"La táctica decide adónde va un balón y la técnica cómo llega ahí"[...] Primero, cuando tienes la pelota debes ser capaz de pasarla correctamente. Segundo, cuando te la pasan, debes tener la capacidad de controlarla". Obvio"
En el periódico El Mundo Deportivo, el artículo de Eduard Omedes trata sobre la celebridad de las frases del ex-entrenador del Barça:
"La publicación, editada por Cossetània en catalán y Lectio en castellano, recoge 150 frases célebres del exentrenador del Barça, frases que se han convertido a lo largo de los años en una forma de entender el fútbol y la vida."
Sílvia González, al Sport, también citó alguna de les frases que aparecen en el libro:
"Nunca cometo errores porque me cuesta mucho equivocarme"; "si tenemos la pelota ellos no pueden hacer ningu gol"; o "si tienes la pelota no es preciso defender porque sólo hay una pelota".

miércoles, 20 de octubre de 2010

El camino catalán de Santiago. Desde Montserrat

La revista Travelport publicó una reseña sobre el libro El camino catalán de Santiago desde Montserrat, de Joan Fiol Boada, en el número del 19 de octubre.
El artículo trata sobre la afluencia de viajeros que acuden a Santiago, que ha configurado distintos caminos hacia la urbe, entre ellos, el catalán:
Santiago fue, ha sido y es la meta de millones de peregrinos que desde la remota edad media acuden a la urbe compostelana para rendir culto al apóstol.
Aunque el más famoso es el llamado "francés", que entra por los Pirineos y sigue una ruta por el interior peninsular, hay otros itinerarios distintos. Joan Fiol nos explica el "camino catalán", cuya salida propone desde el monasterio de Montserrat.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

"Bal d'Onsella" muestra un paraje con marcada identidad, rico en sutilezas y matices

El libro Bal d'Onsella. Los colores del silencio, de Jordi Longás, se presentará el viernes 1 de octubre, a las 19:30h, en el Centro Aragonés de Barcelona.
Presentará el libro el escritor José Arbués Posat.

La Bal d’Onsella es un confín solitario, apenas conocido, discreto… y bello. Y es que en el valle, al albor de las cuatro estaciones, se combinan todos los elementos para modelar un paisaje prodigiosamente sobrio. Tierra, agua, cielo… juegan y se confunden, muestran mil colores, crean formas insólitas y caprichosas, para regalarnos un paraje con marcada identidad. Sin estridencias, a mitad de camino entre los Monegros y la frondosidad de los Pirineos, en la Bal d’Onsella se combinan las particularidades del secano con el frescal de la montaña. Quizás por ello, porque es rico en sutilezas y matices, su paisaje no se entrega fácilmente. Requiere estar, caminarlo, abrir los ojos, resistir el frío y el calor. Bien podemos afirmar que comprenderlo y apreciarlo es una tarea ardua y paciente. Pero cuando se persevera es posible capturar algo de su milenaria esencia y descubrir el dinamismo que se esconde en el pasar del año.

Jordi Longás Mayayo

El autor aunque nacido en Barcelona en 1960, es descendiente de Isuerre, en donde ha pasado largas temporadas desde su infancia. Después de publicar seis libros y un centenar de artículos dedicados principalmente a los Pirineos y al excursionismo, nos ofrece ahora esta bella y completa visión del la Bal d’Onsella. Las fotografías, realizadas en épocas y años diferentes, muestran la gran riqueza y singularidad del valle, para gozo de quienes lo conocen y lo han caminado, y para sorpresa del viajero curioso. También para que la conciencia de lo bello estimule el espíritu que deberá preocuparse por conservar esta joya del patrimonio aragonés. Con este libro se quiere contribuir a la necesaria organización de la memoria, útil a las generaciones ve-nideras, y también a desarrollar la autoestima de quienes han amado y luchado por esta tierra. Longás, Lobera, Isuerre, Gordún, Urriés, Navardún, Undués de Lerda y Sos del Rey Católico, milenarios y con frecuencia olvidados, bellos y entrañables, merecen este homenaje.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

El Señor de los 'Moscas'

Un caza republicano Mosca, con su piloto. - A. ADAR / F. RAMONEDA

Me senté entre el polvo al borde de la pista del olvidado aeródromo para soñar con los viejos pilotos. Los hombres que se alzaron desde aquí hacia el cielo encendidos de luz y de coraje sostenidos con la tenue esperanza de no caer. Los imaginé en el firmamento furiosamente azul del verano envueltos en su excitante aventura de aire y libertad, y durante unos instantes me sentí parte de su mundo fulgurante de horizontes ilimitados, donde solo cuentan las certezas y la belleza adquiere una calidad diáfana con la omnipresencia del peligro.

"Este campo, Santa Oliva, fue hace 72 años la base de varias escuadrillas de caza del Grupo 21", me explicaba el miércoles entre un calor sofocante Ramón Arnabat, director del Centro de Investigación y Documentación sobre la Aviación Republicana y la Guerra Civil. Bajo los expertos ojos de Arnabat, el terreno de sembrados y viñas del Penedès recupera su antigua fisonomía, el campo de aviación vuelve a la vida y los aeroplanos Mosca y Chato de nuevo ruedan en las pistas. "Una de las tres pistas seguía exactamente la orientación de esa carretera entre las dos hileras de olivos; en esa masía, Cal Sereno, se instaló el personal del campo y en aquella caseta estaba el mando operativo". Caminamos hasta la pequeña construcción medio escondida en una pineda en los límites del aeródromo. Entro en la caseta en ruinas en la que cabía justo una mesa y un teléfono y desde la que el jefe del campo ordenaba el despegue de las escuadrillas. Asomado a la ventana alargada imagino la febril actividad, el ruido, el enjambre de los letales aparatos. El techo bajo está lleno de nidos de avispa.

El paisaje carece hoy de dramatismo pero los aeródromos (Pacs, Sabanell, Els Monjos) se regaron con sangre: accidentes -cinco pilotos muertos al estrellarse en Santa Oliva, alguno al llegar muy tocado (y los cazas Mosca, magníficos en el aire, ¡eran muy puñeteros para aterrizarlos!), ametrallamientos y bombardeos-. He venido hasta aquí en este final de agosto achicharrante siguiendo el rastro de un aviador, Juan Ramoneda Vilardaga, piloto de monoplazas Polikarpov I-16 Mosca, que voló desde Santa Oliva en misiones de caza. De Ramoneda (Ripoll, 1916-Barcelona, 2005) se acaban de editar sus extraordinarias memorias inéditas de guerra ¡Muera la muerte!, España 1936-1939 (Lectio Ediciones), por las que merece pasar a formar parte de la selecta escuadrilla de nuestros aviadores favoritos. No muy literarias -Ramoneda no es un Saint-Exupéry (al que admiraba), ni un Richard Hillary, ni un James Salter- y más bien políticamente incorrectas (considera que los franquistas recalcitrantes son "tan fusilables" hoy como el 18 de julio de 1936), las memorias resultan sin embargo apasionantes, son singularmente antibelicistas y no están exentas de emotividad y poesía al describir la belleza del vuelo. Para Ramoneda, déjenme recalcarlo, valor es simplemente aguantarse el miedo.

Nuestro hombre, un valiente que se creía antihéroe, que tenía un envidiable porte chulesco a lo Brando y le daba a la ratafía, fue piloto de la legendaria 1ª escuadrilla de moscas cuyo emblema era Betty Boop. "La vida es para vivirla y para gozarla en toda su intensidad", escribe el aviador comunista, que califica la Guerra Civil de "maldita guerra española". De lo insólito de su tono da fe el que al hablar de sus victorias lo hace sin regodearse: "Pude contemplar en diez ocasiones (con bastante seguridad) cómo un avión enemigo caía incendiado a causa de las ráfagas que yo le había disparado". Y sin hurtar ni un ápice de lo terrible del asunto: "A los pilotos que tripulaban aquellos diez aviones no sé, al final, qué les ocurrió. Desearía, de verdad, que todavía vivieran los diez pero por desgracia creo que la mayor parte de aquellos infelices murieron de la manera más horrible que quepa imaginar... quemados vivos". Ex alumno de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Manlleu, Ramoneda se alistó en el arma de aviación en 1937 con 21 años y realizó el curso para pilotos en la URSS, en Kirovabad. No crean que tenía una visión idealizada de la guerra aérea, peliculera, de pañuelitos en el cuello, barones rojos (bueno, rojos sí), arrebatadoras antiparras y caballerosidad. No: los combates en el cielo son "una bestialidad", una mezcla de odio, ira y sadismo, y atracción por el peligro.

Cuando recuerda el destino de los pilotos abatidos, Ramoneda me hace pensar en los más célebres abrasados: Steinhoff, ardiendo en su reactor, su atractivo rostro masculino de míster Luftwaffe devenido cera derretida; Hillary, espantosamente quemado en su Spitfire y que, fundidos los párpados solo podía dormir poniendo los ojos en blanco... Ramoneda cuenta la ocasión en que vio a un camarada de veinte años que desde la barbilla a los ojos tenía un agujero monstruoso. "Me dije a mí mismo que nunca volvería a visitar a un compañero en un hospital con la cara quemada. De lo contrario no sé si hubiera tenido los cojones suficientes para volver a coger un avión e ir al frente".

Pero el señor de los moscas también experimentó el lado más maligno de la caza aérea: sentir "la transformación del ser civilizado en bestia incontrolada" que dispara con saña las cuatro ametralladoras de su avión rociando mortalmente el fuselaje del aparato enemigo; la "alegría de contemplar su lento descenso", el "morbo" de observar que el rival no salta en paracaídas, que "se va a dar el batacazo". Un relámpago de fuego: "El final de tu enemigo, que se joda".

Con Ramoneda he conocido el "pipí del miedo", el que se hace antes de subir a la carlinga para despegar; la forma en que un instructor ruso te llamaba gilipollas, el afán de pillar a un rutilante Messerschmitt 109 (tumbó cuatro, y seis Fiats), y lo que es participar en una batalla de cazas: aviones que caen trazando estelas de humo como el cabello al viento de una mujer, otros entrando en barrenas rapidísimas, paracaídas que se abren "como una gran flor con su brillante seda bajo los rayos solares". La guerra aérea en España era a menudo un asunto de glándulas. Ramoneda explica cómo al regresar de un servicio en el que habían optado por no atacar a unos bombarderos enemigos, el jefe de la caza republicana le espetó al de la escuadrilla que no tenían los atributos bien puestos y que lo que debían hacer era "ponerse bragas". Así que al día siguiente el agraviado, faltaría más, lanzó su grupo de siete moscas contra medio centenar de cazas franquistas... ¡toma bragas, comandante!

Ramoneda, aunque rudo, escribe en su libro cosas como: "Todo lo que incluía el hecho de volar era bello". Y recuerda con aérea felicidad las locas acrobacias y la manera en que en Kirovabad las avutardas les seguían durante los vuelos de entrenamiento y jugaban con los aviones como delfines del cielo.

Tras visitar los viejos aeródromos, Arnabat me llevó a la sede que poseen en Santa Margarida i els Monjos. Allí tienen una serie de cosas maravillosas que se exhibirán en el futuro centro de interpretación de los espacios de la aviación republicana: modelos de cazas, carteles, una bomba alemana de 250 kilos y el chaquetón de cuero auténtico de un piloto de moscas, que bien podría haber vestido Ramoneda y que me quedé con fetichistas ganas de probarme.

Luego conduje de nuevo hasta el campo de aviación de Santa Oliva. Volví a sentarme al borde de la pista y, sumido en el vuelo de las golondrinas, me puse a esperar pacientemente el retorno de los viejos pilotos, y el regreso de la aventura.

Artículo de Jacinto Antón del 28 de agosto en el periódico El País que se refiere al libro ¡Muera la muerte! España 1936-1939. Memorias de guerra de un piloto de caza, luchador por la República, de Joan Ramoneda Vilardaga.


lunes, 30 de agosto de 2010

Paz y sosiego

La revista DeViajes del mes de septiembre publica una reseña sobre el libro Los Pirineos de cabo a cabo. 50 etapas, de Marta Viladot (textos) y Daniel Calleja (fotografías). El artículo destaca la descripción detallada de las etapas que aparece en el libro :
Marta Viladot comienza su itinerario en el cabo de Creus y atraviesa el macizo, en 50 etapas bien descritas, hasta llegar a la costa vasca. Daniel Calleja le acompaña en esta travesía de 800 km para retratar cada escala [...]

viernes, 9 de julio de 2010

Los Pirineos de cabo a cabo

La revista Oxígeno del mes de mayo publicó una reseña del libro Los Pirineos de cabo a cabo. 50 etapas. La Transpirenaica (GR11), de Marta Viladot (textos) y Daniel Calleja (fotografías).

La reseña destaca el valor que el libro da a los paisajes que protagonizan el sendero GR11:
Ésta es la invitación que nos hace la guía fotográfica Los Pirineos de cabo a cabo. Atravesar un valle tras otro para descubrir aquello que sólo se puede encontrar cuando hacemos camino paso a paso.